CESHA, un proyecto de futuro en el sector de handling y aéreo como única alternativa.

A nadie le resulta ajeno el debate sobre regeneración política que se está desarrollando en este país a raíz de la ola de corrupción que parece no tener fin. Corrupción que llega a los dos grandes sindicatos y que pone en entredicho el papel de la representación de los trabajadores en unos momentos de máxima precariedad.
No queremos liberados pero tampoco estamos dispuestos a aportar un poco de nuestro tiempo en la gestión de nuestros intereses, no queremos subvenciones pero tampoco nos afiliamos, queremos que nos informen y pero no se lo exigimos….

Un sindicato es algo vivo que depende de los afiliados que lo conforman. En sí mismo no es nada, depende de la complicidad y responsabilidad de quien lo sustenta. Tiene sentido cuando los afiliados que lo componen, se comprometen.

Cada vez parece más difícil creer en la capacidad de transformación de CCOO y UGT, entre otras razones, debido a su grave dependencia económica del Estado y al grado de interdependencia con el poder.

Cuando el dirigente sindical no tiene contacto con los trabajadores, contacto vivo, se entera poco de los derechos y de las necesidades, porque de los derechos y necesidades se habla en el puesto de trabajo; cuando su contacto diario y vivo es solo con la dirección, entonces siempre se entera de los deberes, porque los deberes emanan principalmente de la dirección y vive entonces para el poder.

Tal responsabilidad exige de los sindicalistas cada vez más una mayor preparación que no se logra únicamente en cursos sino en el batallar diario en contacto con los problemas, porque no se concibe un dirigente sindical que asista a un consejo de dirección sólo para “calentar el asiento”, sino para aportar en el análisis de los asuntos que allí se expongan y después debatirlos con los trabajadores en su escenario natural: la asamblea o el día a día. Pero ellos no están en el día a día. Están en sus despachos, en sus reuniones y comisiones permanentes, en sus congresos, a dietas pagadas y de espaldas a la realidad.

Nos queda mucho trabajo por recorrer. Pensamos que este es uno de los grandes desequilibrios que vive hoy el sindicalismo tradicional y que tiene pocas opciones de renovarse y reinventarse.

¿Te apuntas?

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