La situación de los trabajadores de aeropuertos parece no querer mejorar pese a los “esfuerzos” que algunos pretenden hacernos creer.
Si no fuera porque tenemos memoria, diríamos que estamos “mejor que nunca”.
El no recordar, el perder la memoria, implica perder buena parte de los recursos con que contamos para hacer frente a la realidad, en otras palabras, perder nuestra memoria es perder la posibilidad de imaginar, por nosotros mismos, un futuro diferente, un futuro mejor.
Guardar, mantener, conservar, transmitir y difundir la memoria, no son actos puramente conservadores, son actos necesarios para pensar en el cambio y hacerlo posible, lo que significa, entre otras cosas, la construcción de una identidad propia que tiene que ver con la defensa de nuestras condiciones, con la idea de reforzar nuestra profesión.
Y en eso estamos a pesar de las dificultades con las que nos encontramos. Los conflictos que siguen vivos en Canarias nos dan una idea de cómo se está encarando el sector, de cómo se ha consolidado la precariedad y la eventualidad, de cómo está afianzándose un modelo de negocio basado en una alta productividad a precios/salarios de miseria.
Todavía persiste ese sindicalismo de amiguetes que personaliza antes que socializa, el “si te afilias, te coloco, te haré fijo…” y toda esa manipulación que proviene de la propia situación que estamos viviendo. Aprovecharse de todo eso es ruin y malévolo.
Pero CESHA está aquí para seguir recordando que existe otra forma de jugar. Existen otras reglas que tienen que ver con el conjunto, con un todo.
La memoria nos recuerda de dónde venimos y nos alumbra hacia dónde podemos ir, nos da razones para elegir el camino correcto y tomar nuestras propias decisiones.
Existen sobrados motivos para exigir un cambio.
Llegaremos hasta dónde tú quieras llegar.