Corren por las redes sociales mensajes en los que se leen contenidos sobre las bondades de votar a unos u otros, sobre buenos y malos, sobre la importancia de decantarnos por una u otra alternativa.

Veamos:

A Ramón, que es un operario de rampa del aeropuerto de MAD, le ha contactado un delegado de su sindicato recordándole que hace 8 años lo colocaron como conductor de jardineras y que es el momento de votar en consecuencia el próximo 28 de octubre.

Lo mismo le ha ocurrido a Jorge que es supervisor en BIO.

En BCN, a Pau, que trabaja en la Unidad de PAX, le han pedido el dni para tramitarle el voto por correo ya que el día de las elecciones tiene fiesta.

Peor lo tiene Jesús en SVQ después de perder la licencia de handling. Todavía no sabe dónde irá: WFS o Aviapartner. Dos auténticos desconocidos. Pero está más cabreado cuando se enteró de que en las negociaciones del último convenio, la comisión negociadora desestimó una propuesta de CESHA sobre las cláusulas de salvaguarda en caso de subrogación por pérdida de licencia.

Toni en VLC está en l misma situación después de años de FACTP. Su sueño de quedarse fijo en IBERIA como su padre se esfumó el día que Aena anunció el desenlace del concurso de handling.

En ZAZ, Loli con 61 años de edad, decide pedir la cuenta al perder la licencia y no aceptar ser subrogada a su nuevo operador después de 42 años en la compañía.

Y así podríamos seguir contando historias de muchos de nosotros en esta nueva IBERIA.

Una IBERIA que no duda en aplicar la reforma laboral allí donde sea necesario para atemorizar a su personal y combatir así el absentismo laboral. 15 despidos en lo que va de año.

En este enjambre de situaciones y realidades nos movemos los trabajadores de esta compañía.

Y ahora llegan la elecciones sindicales. Este es el momento de valorar la gestión llevada a cabo por nuestros representantes. Porque han pasado muchas cosas. Demasiadas.

Hoy podemos afirmar desde CESHA que estamos peor que hace muchos años. No sólo hemos perdido poder adquisitivo sino derechos y posibilidades reales de sentirnos orgullosos.

Porque tenemos memoria. Tenemos memoria y recordamos cómo nos manipularon en su momento para llevar a buen puerto todas aquellas medidas que la dirección necesitaba por exigencia de IAG. Los accionistas del grupo no estaban dispuestos a ceder ni un céntimo de euro en pro de los trabajadores. Ni antes, ni ahora ni nunca.

Se ha escenificado una doble escala salarial, se han fulminado derechos fundamentales, nos han hecho creer que somos caros y poco productivos y en ciertos niveles de la dirección no dudan en calificar de tóxicos a los trabajadores más veteranos.

Es en este contexto, que cabe preguntarse qué debemos hacer el próximo 28 de octubre.

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