Se considera desfalco la “apropiación indebida de bienes o dinero ajenos por parte de la persona que ha de custodiarlos”, según el diccionario, por lo que este calificativo no cabe aplicarse a lo que British Airways está haciendo con Iberia, pues de “indebido” no ha habido nada, sino al contrario, complacencia y genuflexión desde lo más alto de la empresa española, principalmente de dos o tres.
Sí está habiendo una apropiación de bienes, que no de dinero, porque de acuerdo con la compañía, la caja de 2.000 millones que había hace dos años se ha destinado a varias partidas, la principal, la compra de los A330 que parece que llegarán antes de marzo de 2013. Pero hablaba sobre los bienes, y una base de datos así puede considerarse: un activo bajo el sello de ‘Avios’ hay ahora donde antes ponía ‘Iberia Plus’.
¿Es una ruta un bien, un activo? Pues si lo es, que así puede entenderse, hay antecedentes recientes y expectativas fundadas sobre que British esté abordando el mercado de Iberia, que no solo se ciñe al Madrid-Latinoamérica. La agudización de la crisis española ha irrumpido en un momento perfecto para acelerar ese proceso desde Londres, y justificar que la clase Business va cada vez más vacía mientras suben tasas y combustible.
No creemos que haya nadie en Iberia que piense que se está mejor con la fusión, independientemente de lo que estén forzados a decir ante los micros. Iberia lleva meses en una completa parálisis en su expansión, y culpar de ello únicamente a los pilotos carece de acierto una vez que hasta un laudo les ha dado la razón en bastantes cosas. Los ingleses se han equivocado –como hace Alemania con el Sur de Europa—en querer exportar sus recetas a España, pues cada cultura es un mundo.
La low cost no se tendría que haber hecho así, con una oposición tan brutal de los pilotos. Tarde o temprano tendría que estallar de alguna manera. No dar ni una concesión se ha pagado, y eso que desde marzo no ha habido ninguna huelga. Una empresa no puede evolucionar en contra de lo que su esencia opina. Y la solución para enmendar este error no puede ser de ninguna manera el arrancar esa esencia, porque con un alma encogida el futuro queda muy definido.
Y, por desgracia para nuestra tan querida compañía española, el plan que ahora mismo están cocinando los ingleses son despidos masivos y recortes de rutas que de forma descarada van a ir en beneficio de British, como seguramente se haga público de forma inminente. Y no será un desfalco, insisto, porque hay quien sigue jaleando al británico en la compañía, demostrando anteponer su interés particular al colectivo.
La alfombra roja tendría que empezar a recogerse entre todos. El gran problema de la compañía ahora es quien se aferra en apoyar a los ingleses. Aunque insólitamente sean conscientes de que están aprovechando su posición de fuerza para la poda. Hace falta que haya valientes que den un paso al frente y se pronuncien, se mojen. Algunos ya lo han hecho admirablemente en patronales aéreas. Ahora echamos de menos que desde algunos sindicatos hagan lo mismo. Y hablamos de Cándido Méndez, por ejemplo. ¿Podemos saber qué piensa el líder de UGT sobre lo que va a pasar en Iberia? ¿Tiene su silencio que ver con la reunión que tuvo en verano con la cúpula de la compañía?
Que British mire por sus intereses es legítimo, y así lo hace todo el mundo en función de hasta dónde se le permite. Lo inexplicable es que se le permita tanto. Es una suerte de desfalco moral que quien tiene que defender a los trabajadores, calle. “Apropiación indebida de bienes o dinero ajenos por parte de la persona que ha de custodiarlos”.
¿Quién custodia la salvaguarda del empleo y por ello se apropia de apoyo social que luego usa para sus fines mediante huelgas?